Dia festivo. Me levanto a las 7.30, he de llevar a la mayor de mis hijas al centro. Grrrrr. Salimos de casa y veo que comienza a llover de forma suave.
Que rollo!! exclama mi hija. Por el contrario, a mi se me ilumina el rostro. Que bien, voy a salir a correr.
Por el camino arrecia la lluvia y me hace dudar. Veo pasar a varios runners calados de agua y aguantando.
Decidido, cuando llegue a casa, me cambio y salgo.
Dicho y hecho. Haré un entreno de 6km.
Me calzo mis zapas, abrocho el reloj, me calo bien la gorra y a correr.
Sensación indescriptible correr lloviendo (que no diluviando, claro). Por suerte, acompaña una temperatura ideal de unos 18°.
Vamos haciendo metros, la avenida casi desierta. Me siento libre, privilegiado. Noto las gotas de agua en mi cara entremezclándose con el sudor. La camiseta calada de agua, y yo chapoteando de vez en cuando por entre los charcos.
Emprendo el último km, quiero hacerlo a 5,30. Lo consigo.
Me planto frente al mar i lo miro, lo disfruto en toda su inmensidad. Parece enfurruñado, esperemos que ahí se quede. Unos pequeños estiramientos y a casa.
Nos espera lo mejor, un buen almuerzo con los míos y a por el día entero.
Salut y força!!!
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